Me he asomado al balcón sin darme cuenta que mi vecina, la Paqui, estaba en el suyo. Me esperaba la muy puñetera con ansiedad... y con ganas, sí, con muchas ganas. Es ella esposa de Liborio Peláez, un "liberado sindical" de esos de puño cerrado y alzado. Hombre de charla mitinera y tono elevado -da igual que se converse de política, fútbol o del crecimiento de la berza-. Paqui no le va a la zaga, aunque ella los mitines me los da a mí, o mejor dicho: daba.
En los días de campaña electoral de hace un año, estaba toda empeñada en llevarme a su huerto político. Plenamente entregada y rendida al PSOE zetaperil, me enumeraba constantemente sus "logros" hasta la fecha, su constante lucha por la clase obrera (?), sus supuestas conquistas en derechos sociales y estado de bienestar y sus futuras y numerosas excelencias en caso de ganar. En la cola del súper, en la panadería, regando los geranios o cuando amable e interesadamente me acompañaba a sellar la tarjeta del paro, me repetía una y otra vez la retahila... Se le hervía la sangre cuando, para contradecir todas sus exposiciones, yo le restregaba las cifras del paro (sobre todo cuando estábamos en la cola del mismo para lo mío), los innumerables casos de corrupción y descarado mangoneo socialista en todos los ámbitos, la negada pero tangible crisis, la manifiesta inutilidad de un equipo ministerial más propio de un tebeo de Ibáñez, el choteo y desprestigio internacional hacia nuestro país y el cómo pensaba yo que, visto lo visto, mejor era cambiar de rufianes: peor no lo podrían hacer quienes vinieran detrás, es decir, "los otros" (se negaba a escuchar las siglas "PP"). Y para más inri por mi parte, añadía a modo de coletilla hiriente: "son tan serios y lo pintan tan fácil, tan bonito, tan profesional..."
Todos sabemos quiénes ganaron y por mayoría absoluta. -¡Tooooma!- pensé yo; -"¡Desgraciao", la que se te viene encima!- me soltó ella a modo de maleficio gitano. Durante todo este año, los PP (así les apodo yo, con muy mala baba, a Paqui y su esposo, el Peláez) han estado negándome el saludo y casi hasta el aire esencial, sabedores de cuál fue mi voto. Yo intuía que, ella más que él, me la guardaban y que casi les salía sarpullido y escozor esperando el momentazo del desquite. Y hoy ha llegado. Solo un año después y en plato frío, como mejor saben las venganzas. Ahí estaba ella, tiesa como palo de fregona, con maléfica y premonitoria sonrisa, soportando estoica en su balcón el frío matinal, esperando cual zorra (perdón por la comparación) a su gallina infeliz... y en cuanto me he asomado..., ¡zás!: -¡Hoooola!... vecino. Quizá te interese esto - y sin esperar un preceptivo "buenos días", coge y con mano firme, echando su cabeza hacia atrás, barbilla al sol, toda señorona, me larga variada prensa del día (afín a sus ideas, claro) y un folio con los siguientes datos:
Una vez leído, lo con indisimulada sorna entregado, y envuelto en un profundo silencio, he retornado al interior de mi casa. Cabizbajo he cerrado el balcón, corrido los cortinones y escudado en una sobria penumbra, me he acordado, con saña inusual en mí, de todos los parientes, tanto vivos como finados, de los politicuchos tan "serios y profesionales" mayoritariamente votados aquel 20N.
Hace un rato, la Paqui ha venido a pedirme un tomate; le está poniendo ensalada ilustrada al liberado Liborio Peláez. De paso me ha invitado a desayunar mañana, camino del Inem. Me toca sellar... ¡imaginen la que me espera!
㋡ RjL
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