Todos perdemos algo a lo largo de nuestra terrenal existencia: las llaves, la cartera, dinero, el paraguas, los papeles muy a menudo, a veces la cabeza e incluso hasta el corazón por amoríos no correspondidos. Nuestros próceres diputados son tan humanos como nosotros (sí, sí, aunque no lo crea) y parece ser que casi el 10% de ellos va perdiendo (aparte de la poca vergüenza) esos endiablados, y caros de cojones, chismes modernos denominados iPads. [ http://www.lasprovincias.es/v/20121107/gente/seoras-pierden-ipads-20121107.html ] Máquinas que en teoría se diseñaron y crearon para hacernos más fácil la existencia y que en la práctica, nada más caer en nuestras manos, nos la lían parda simplemente para llegar a entender su manejo. A lo que iba, que me lío, que nuestros representantes en la Cámara los pierden, rompen o regalan (vaya usted a saber) en un número fuera de lo que digamos: normal. "Cómo se nota que no te cuesta ganarlo" frase típica de sabia madre y mil veces oída (un beso mamuchi) bien podríamos aplicársela a estos descuidados. Ni un solo céntimo les ha costado, y ni tan siquiera deben abonar las facturas por su uso. Normal, pues, que les importe un bledo que se extravíen o "extraviarlos" (ya me entienden), convencidos (angelitos) de que les serán repuestos una y otra vez a la mayor brevedad, sin reproche ni dispendio alguno.
Pero hete aquí que, por una vez y sin que sirva de precedente, el señor Posada, Presidente de la Cámara (ese señor que tanto se parece al ex-baloncestista Fernando Romay) ha pensado que hasta aquí hemos llegado, que el Montoro le va cortar el grifo presupuestario y que además no le hace ni puñetera gracia que le tachen de manirroto con la que está cayendo; que ya bastante tuvo con lo del retrato de su antecesor en el cargo [ http://www.lavanguardia.com/politica/20120328/54277716598/jose-bono-retrato-congreso-82-000-euros.html ] por lo que de ahora en adelante, su señoría que rompa o "involuntaria/voluntariamente" pierda el aparatito deberá comprarse uno nuevo acoquinando la pasta gansa de su propio bolsillo. Eso o tirar de libreta, bolígrafo y teléfono público. La noticia, para mí, no es que al fin se haga lo que de lógica debiera ser norma. La auténtica noticia es que hasta ahora se actuara como si dichos artilugios fueran depositados todas las noches en los sillones de sus señorías por obra y gracia de los Reyes Magos, Papá Noël o el Ratoncito Pérez.
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